Loti Kubuya Mielor, supervisor de parteras en Goma, en la República Democrática del Congo, recuerda vívidamente el momento. “Era el 2 de enero de 2023… Una mujer embarazada de cuatrillizos dio a luz bajo mi supervisión. Después del parto de sus cuatro bebés, sufrió una hemorragia posparto grave”.
Con una acción decisiva, Loti y su equipo estabilizaron a la madre en menos de siete minutos. “Perdía sangre rápidamente. Sin intervención inmediata, pudo haber entrado en shock por la pérdida de sangre, y esto puede ser mortal”, recordó Loti.
Se basó en su entrenamiento, administrando rápidamente la medicación necesaria, deteniendo el sangrado y reemplazando los líquidos perdidos. “En esos momentos, no hay lugar para el error”, remarcó Loti.
Dos años después, Loti todavía lleva fotos de los cuatrillizos en su teléfono.
“Cada vez que los veo, siento el mismo orgullo y emoción. Me recuerdan por qué elegí la obstetricia, para proteger vidas como las suyas”.
Las parteras son críticas en cada crisis. En muchas emergencias, son la primera, y a veces la única, fuente de atención para las embarazadas y sus recién nacidos que enfrentan complicaciones potencialmente mortales. En las regiones afectadas por conflictos, como el este de la República Democrática del Congo, el riesgo de mortalidad materna y neonatal suele duplicarse debido a la perturbación de los sistemas de salud y el acceso limitado a los servicios esenciales .
El conflicto en el este de la República Democrática del Congo se ha intensificado drásticamente desde finales de 2025, y ha desplazado a millones de personas y ha dejado a mujeres y niñas con acceso limitado a anticonceptivos, a atención obstétrica de emergencia y a protección contra la violencia sexual.
Para ofrecer respuesta, la agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, ha puesto en marcha una operación de emergencia dirigida a ampliar los servicios de salud sexual y reproductiva en tres zonas sanitarias de Kivu del Norte, incluida Goma. Este apoyo supone el despliegue de psicólogos clínicos y 138 parteras, la distribución de kits de salud reproductiva y la sensibilización de la comunidad sobre las opciones de planificación familiar y la prevención de la violencia de género.
Aun así, la inseguridad persistente ha obligado a suspender algunas clínicas móviles de salud, lo que ha dejado importantes lagunas en la atención.
Para Obedi Lumoo Bikoma, partero del Centro de Salud Turunga, de Goma, un turno nocturno de rutina se convirtió en una situación de vida o muerte cuando una mujer de parto llegó con el pie del bebé presentándose primero, una complicación peligrosa llamada “parto de nalgas”. Solo en el servicio, sin ambulancia ni apoyo quirúrgico, Obedi actuó rápidamente.
“Reposicioné el pie del bebé de nuevo en el útero, realicé una maniobra interna para guiar la cabeza hacia su lugar”, relató. “Ayudé a crear un parto vaginal, y así salvé tanto al bebé como a la madre”.
La experiencia reforzó el compromiso de Obedi con la obstetricia. “Sentí un gran orgullo e inmensa gratitud. Después de esa experiencia, ya no tengo miedo de enfrentar situaciones complicadas. Fue un momento decisivo para mí en mi profesión”.
En el Hospital General de Kyeshero, Espérance Kibuya, jefa partería, enfrentó un parto complicado: una distocia de hombro (cuando los hombros del bebé se atascan durante el parto) seguida por la sorpresa de trillizos imprevistos. “Reposicioné a la madre, usé presión para ayudar a alinear los hombros del bebé y guie el parto de manera segura”, recordó.
Espérance trajo al mundo a los tres bebés de forma segura, y salvó a la madre y a sus hijos. “Fue una noche inolvidable… con mi calma y las habilidades que adquirí en el entrenamiento, pude salvar cuatro vidas”.
Fortalecer el papel de las parteras en situaciones de crisis, como en la República Democrática del Congo, es fundamental, y salva vidas. Las parteras pueden prestar el 90 % de los servicios esenciales de salud sexual, reproductiva, materna y neonatal.
A pesar de su papel crítico, la inversión mundial en estas profesionales está muy rezagada. Hay un déficit de casi 1 millón de parteras en todo el mundo, y los recientes recortes en el desarrollo y la asistencia humanitaria amenazan aún más el progreso. La escasez de fondos se convierte en una sentencia de muerte para muchas en la República Democrática del Congo, que representa el 7 % de las muertes maternas en el mundo. Sin fondos y apoyo urgentes, muchas más mujeres y recién nacidos se quedarán atrás, y seguirán aumentando las muertes evitables.
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