Noticias

Los trabajadores sanitarios están transformando la atención de las sobrevivientes de violencia de género en Indonesia

 Una mujer con gafas y la cabeza cubierta en azul sonríe mientras levanta la mano a la cámara
La partera Hustiniyanti planteó que los trabajadores de la salud también deberían educar a sus comunidades sobre qué constituye violencia sexual y qué hacer cuando alguien la sufre. Foto: UNFPA Indonesia / Asri Wijayanti
  • 23 de abril de 2025

JAVA/ISLAS LOMBOK, Indonesia – Los distritos de Brebes, Lombok Timur y Serang están geográficamente distantes pero comparten una lucha común: el silencio que rodea a la violencia de género, ya que el estigma y la discriminación disuaden a muchas personas de denunciar a sus agresores.

«Tengo una paciente que, en los últimos dos años, ha vuelto una y otra vez», recordó el Dr. Gerald Mandra Dwi Putra, del Hospital de Distrito de Serang, al UNFPA, la agencia de la @ONU_es para la salud sexual y reproductiva. «Cada vez regresaba con lesiones más graves».

En una visita posterior, la paciente finalmente se sinceró y solicitó un informe médico para poder advertirle a su agresor de que se lo había contado a alguien, pero no llegó a presentar una denuncia ante la policía. «Hay varias razones para ello», explicó el Dr. Dwi Putra. «La preocupación por sus hijos, la dependencia financiera o el temor de que denunciar provoque aún más violencia».

Desde médicos hasta parteras, los trabajadores sanitarios de la región están notando que cada vez más sobrevivientes de violencia visitan la sala de emergencias. Sin embargo, como sus pacientes rara vez se sentían capaces de hablar de lo que estaba ocurriendo, tenían pocas posibilidades de ayudar más allá de proporcionar tratamiento para las lesiones físicas.

En Indonesia, una cuarta parte de las mujeres y niñas de entre 15 y 64 años declaran haber sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. Sin embargo, muchas temen que si hablan sobre los abusos, ellas y sus familias sufrirán discriminación, la vida de sus hijos podría verse alterada o podrían perder apoyo económico; una amenaza que los agresores suelen utilizar para silenciar a sus víctimas.

Dos mujeres con las cabezas cubiertas conversan en un consultorio médico con una computadora en el fondo y archivos abiertos frente a ellas
En Indonesia, la respuesta médica inicial a las sobrevivientes de violencia se proporciona normalmente en un hospital o en un centro de salud comunitario. © UNFPA Indonesia/Asri Wijayanti

Luchar contra el estigma y fomentar la creencia en las sobrevivientes

En algunas zonas de Lombok Timur, las comunidades siguen practicando el «secuestro de novias», en el que una mujer o una niña es capturada y raptada por un hombre que quiere casarse con ella. Suele considerarse vergonzoso que una niña regrese de un «secuestro» y siga soltera, por lo que a menudo da lugar a matrimonios infantiles forzados.

Aunque las tasas de matrimonio infantil en Indonesia se han reducido a la mitad en los últimos diez años, casi el 6% de las mujeres de entre 20 y 24 años se casaron antes de cumplir los 18 años. Además de suponer una violación de la autonomía corporal, el matrimonio infantil hace que las niñas tengan más probabilidades de verse obligadas a abandonar la escuela y corran un mayor riesgo de embarazo en la adolescencia; con los peligros potencialmente mortales que esto conlleva para la salud.

Sin embargo, en el Hospital del Distrito de Soedjono, en Lombok Timur, la partera Hustiniyanti afirma que cada vez son más las niñas que llegan a la sala de emergencias después de que sus familias hayan intervenido. «Antes, los padres casaban rápidamente a las niñas con sus secuestradores para evitar que trajeran vergüenza a la familia», explicó. «Sin embargo, ahora algunos insisten en recuperar a sus hijas y llevarlas al hospital para un chequeo».

Desafortunadamente, los retrasos en la búsqueda de atención médica a menudo conducen a la pérdida de pruebas cruciales de violencia sexual y pueden complicar el tratamiento de las infecciones de transmisión sexual.

Una mujer con la cabeza cubierta en amarillo sentada en un escritorio con un archivo abierto delante de ella
La partera Ewin Nafwiya señaló que la formación la ayudó a comunicarse tanto con sus pacientes adolescentes como con sus propios hijos. © UNFPA Indonesia / Lucky Putra

«La parte más desalentadora es que muchas ni siquiera se dieron cuenta de que lo que habían sufrido era efectivamente violencia», explicó la partera. Si bien el sistema jurídico depende de las denuncias para exigir responsabilidades a los autores de los delitos, la escasa educación y la falta de sensibilización a menudo perpetúan el silencio y dejan a las sobrevivientes sin el apoyo que necesitan.

Cambiar métodos y mentalidades a través de la formación

La confusión y las dudas sobre cómo buscar ayuda no son exclusivas de las sobrevivientes. «A veces no sabíamos qué hacer o adónde ir», añadió la Dra. Fitria Tata Alvina del Hospital del Distrito de Sebes. «Le realizábamos un examen pero, cuando [la sobreviviente] pedía un informe forense, yo lo encontraba confuso porque hay procedimientos específicos para eso».

La Dra. Yossie Guventri Suprana, que trabaja en la sala de emergencias del hospital de Brebes, se mostró de acuerdo. «Tenía dudas e incluso miedo de cometer errores al examinar a las sobrevivientes». Hasta principios del año pasado, normalmente las derivaba a la clínica más cercana.

Una mujer con traje estampado verde y blanco y la cabeza cubierta en blanco sonríe en un balcón
«A veces no sabíamos qué hacer o adónde ir», admitió la Dra. Fitria Tata Alvina, quien trabaja en el Hospital de Distrito en Brebes. © UNFPA Indonesia/Itsnain Ginanjar Bagus Setiadi

En 2024, el UNFPA puso en marcha una iniciativa de formación como parte de su programa «Mujeres en el Centro», financiado por Takeda Pharmaceutical Company Ltd., para dotar a los trabajadores de la salud y de los servicios sociales de los conocimientos y las habilidades necesarias para gestionar eficazmente los casos de violencia de género.

«Es muy diferente cuando las sobrevivientes se sienten cómodas», indicó la Sra. Hustiniyanti, quien asistió a la formación. «Pueden expresar lo que sucedió y pedir lo que necesitan con mayor claridad».

Para la Sra. Nafwiya, la formación ha sido transformadora con sus pacientes adolescentes. «Por lo general, comienzan a abrirse durante las sesiones de asesoramiento individual, y a partir de ahí puedo hacer un seguimiento de sus casos», explicó.

La Dra. Suprana tiene cuidado de no pedir a las sobrevivientes que relaten su trauma varias veces. «Nunca había pensado en ello», explicó al UNFPA. «Después de que las enfermeras o parteras hicieran algunas preguntas iniciales, solía pedir más detalles a las pacientes, pero ahora me doy cuenta de que analizar repetidamente la violencia puede tener un mayor impacto en las víctimas».

También se ha establecido un centro de servicios integrado no gubernamental en Brebes para que las sobrevivientes busquen apoyo, asesoramiento y protección. «Ahora sé que después del examen médico, y con el consentimiento de las sobrevivientes, puedo derivarlas a este centro», concluyó la Dra. Alvina.

Utilizamos cookies y otros identificadores para mejorar su experiencia en línea. Al utilizar nuestro sitio web usted acepta esta práctica, consulte nuestra política de cookies.

X